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sábado, 3 de noviembre de 2018

El Varón de Dolores

Isaias53:3. Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto: y como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos.
La historia de la pasión de nuestro Salvador es en extremo triste y conmovedora. Sus sufrimientos fueron de dos clases: Morales y Físicos. Ciertamente sus sufrimientos físicos fueron terribles, pero sus sufrimientos morales le hirieron más profundamente.
Notemos lo siguiente:

1. Pensar que había de abandonar aquel grupito, aquella manada pequeña de sus seguidores expuesto al odio y la venganza de tantos enemigos.
2. Pensar en que tenía que dejar sin ayuda y sin sostén aquella cara madre.
3. El recuerdo de haber sido entregado alevosamente por uno de sus discípulos.
4. El haberle crucificado entre malhechores. Y
5. Lo más intolerable, no fueron los azotes, sino las escupitinas que sin duda cubrían su santo rostro, no la cruz sino los que hacían juguete de su divina persona.

No los clavos ni el vinagre ni la misma hiel, sino las cabezas de los que en las sublimes horas en que redimía a la humanidad, le escarnecían. ¿Quiénes fueron los que cometieron tal vileza con la divina persona de nuestro Salvador?

Anotadlos:

I. Lucas 23:8. Herodes, viendo a Jesús, se alegró mucho, porque hacia tiempo que deseaba verle; porque había oído muchas cosas acerca de él, y esperaba verle hacer alguna señal. 9. Y le hacía muchas preguntas, pero él nada le respondió. 10. Y estaban los principales sacerdotes y los escribas acusándole con gran vehemencia. 11. Entonces Herodes con sus soldados le menosprecio y escarneció, vistiéndole de una ropa esplendida; y volvió a enviarle a Pilato.

El Rey Herodes.
Un rey degrada a un Rey su superior. Para cierta clase de personas casi siempre la justicia humana le concede ciertas prerrogativas, hasta establecer su culpabilidad o su inocencia. Para el Rey de reyes no hubo consideraciones. Herodes le desconoció, pues pensaba que el Señor obraría un milagro en su presencia satisfaciendo así su diabólica curiosidad. Así hay muchos hoy dia que quisieran ver que nosotros mostráramos alguna señal.

II. Lucas 23:24. Entonces Pilato sentencio que se hiciese lo que ellos pedían; 25. Y les soltó a aquel que había sido echado en la cárcel, por sedición y homicidio, a quien habían pedido; y entrego a Jesús a la voluntad de ellos.

Los Príncipes de los Sacerdotes.
Los más entendidos del pueblo, los caudillos espirituales, los dechados de moralidad, también tomaron parte en escarnecer a Jesús. Toda persona cuerda y que se respete así misma, respeta a un moribundo, pero los príncipes de los sacerdotes no fueron descorteces sino inhumanos. Ardían de envida porque Jesús varias veces les había quitado la máscara de hipocresía que llevaban.

III. Lucas 23:36. Los soldados también le escarnecían, acercándose y presentándole vinagre, 37. y diciendo: Si tú eres el Rey de los judíos, salvate a ti mismo.

Los Soldados.
No es extraño que los soldados hayan menospreciado al Salvador. Ellos eran romanos y despreciaban a los judíos. Además, eran hombres sin conocimientos, sin educación, y sin conciencia moral. Se burlaban de Cristo simplemente imitando a sus superiores. Si el rey y los príncipes hubieran honrado a Jesús, el proceder de los soldados hubiera sido muy distinto. Amados hermanos, si los que ocupan puestos de eminencia se rindiera a Cristo, el mundo entero sería distinto.

IV. Lucas 23:29. Y uno de los malhechores que estaban colgados le injuriaba, diciendo: Si tu ere el Cristo, salvate a ti mismo y a nosotros.

Uno de los Ladrones.
Este fue el colmo. Que un ladrón, un criminal abriera sus labios para lastimar al Señor injuriándole, y no tenía limite. El ladrón dijo: "Salvate a ti mismo" tan solo repitiendo lo que habían dicho los príncipes y sacerdotes.

V. "El Varón de Dolores" Jesús, nuestro Redentor, sufrió la humillación más vil con toda resignación y gozo, porque el puso su vida voluntariamente para salvar a los pecadores.

1 Juan 3:16. En esto hemos conocido el amor, en que él puso su vida por nosotros; también nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos.
Hebreos 12:3. Considerad a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que vuestro animo no se canse hasta desmayar.
Amen.
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